90 años del corazón de la Arquidiócesis
La celebración de los 90 años de inauguración de nuestra catedral es
un motivo de acción de gracias a Dios y a la vez un momento
privilegiado para tomar mayor conciencia de nuestro bautismo, pues la
Iglesia somos nosotros y los templos en los que nos reunimos son
signos de esa realidad profunda que es ser pueblo de Dios.
El papa emérito Benedicto XVI explicó su significado: “las catedrales
no son monumentos medievales sino casas de vida, donde nos sentimos en
casa, en ellas encontramos a Dios y nos encontramos los unos con los
otros”; es decir, la catedral es lugar de celebración, de fe y de
encuentro fraterno. Aquí palpamos que la Iglesia no es un edificio,
sino el Cuerpo Místico de Cristo, pues el obispo como pastor y
maestro, enseña desde su cátedra, preside los sacramentos y santifica
al pueblo creyente; aquí percibimos que la Iglesia está viva, porque
la belleza y el esplendor de este templo así lo expresan.
La historia de la catedral tiene sus orígenes en el traslado de la
sede episcopal de Santa Fe de Antioquia a Medellín en 1868. El
arzobispo de Bogotá, Vicente Arbeláez Gómez, fue el encargado de
ejecutar la bula de traslación del papa Pío IX y respecto a la
catedral, pidió que “el templo de la Candelaria sirviera de catedral
mientras se edificaba un templo bastante cómodo y decente, el que
elevaba antes de construirlo a la dignidad de catedral con todos los
honores, derechos y privilegios correspondientes, dedicándolo a la
Inmaculada Concepción de la Virgen María”
El primer obispo de la recién creada diócesis de Medellín y Antioquia,
Monseñor Valerio Antonio Jiménez, decidió que la nueva catedral se
construyera en el sector de Villanueva en terrenos donados por el
ingeniero inglés Tyrrell Moore, mediante decreto fechado el 8 de
febrero de 1871. Para el diseño del nuevo templo, planos y
construcción fue escogido el arquitecto italiano Felipe Crosti, quien
presentó un proyecto que resultó ser inviable y fue rechazado,
dilatando así el inicio de la construcción.
En febrero de 1889, ya bajo el pastoreo del obispo Bernardo Herrera
Restrepo, se contrata al arquitecto francés Charles Carré para que se
encargue de elaborar estudios y presentar un nuevo proyecto para la
construcción de la catedral. Carré llega a Colombia en julio de ese
mismo año y se pone manos a la obra, logrando presentar los planos a
la junta en enero de 1890, mismos que fueron aprobados, pudiendo
iniciarse así el proceso de construcción. Como el contrato hecho con
el arquitecto francés se había estipulado hasta 1894 sin posibilidad
de renovación, el mismo Carré se encargó de proyectar la obra y formar
personas que pudieran terminarla en su ausencia.
El obispo Herrera nombró en 1891 al sacerdote Jesús María Marulanda
encargado de la construcción de la catedral, y gracias a sus
cualidades administrativas y su sentido práctico se dio un gran
impulso a la obra. Monseñor Herrera es trasladado a Bogotá, siendo
sucedido por Monseñor Joaquín Pardo Vergara en febrero de 1892, quien
continuó dando un gran empuje a la ya bien encaminada obra. En 1894
Carré regresó a su patria, dejando la catedral en construcción en
manos de los maestros antioqueños Heliodoro Ochoa y Salvador Ortiz,
quienes continuaron dirigiendo según lo dispuesto por Carré.
En 1902 la diócesis de Medellín fue elevada por el papa León XIII a la
categoría de Arquidiócesis y Monseñor Pardo Vergara, designado como el
primer arzobispo de Medellín, luego fallecería en noviembre de 1904.
El 12 de agosto de 1906 llegó a la ciudad como arzobispo Manuel José
Caycedo, a quien correspondió la finalización de la magna obra
iniciada más de una década atrás. Las obras de ornamentación y
decoración del templo fueron encargadas en 1917 por el arzobispo
Caycedo al arquitecto y religioso salesiano Giovanni Buscaglione,
quien dirigió sabiamente los acabados y los detalles.
Esta preciosa catedral, casi concluida, fue abierta al culto e
inaugurada solemnemente el 11 de agosto de 1931. En 1948 el papa Pío
XII le concede el título de Basílica Menor. Fue consagrada y dedicada
según las prescripciones de los ritos litúrgicos el 11 de agosto de
1950 por Monseñor Luis Andrade Valderrama, obispo de Santa Fe de
Antioquia.
En 1962 el arzobispo Tulio Botero Salazar la erige como parroquia y
desde entonces en nuestra catedral se ha mantenido no solo el culto y
la celebración de los sacramentos, sino el dinamismo de nuestra fe, la
oración común, los encuentros de los fieles de todo el territorio de
la Arquidiócesis, las ordenaciones de los sacerdotes, la enseñanza del
obispo y muchos acontecimientos de la vida propia de nuestra ciudad,
siendo ella misma un referente no solo cultural y arquitectónico
verdadera joya declarada Bien de Interés Cultural de carácter nacional
en 2004, sino la expresión visible más importante de la vitalidad de
la Iglesia que peregrina en Medellín.