
Con gran devoción, fieles y peregrinos se unieron para acompañar a la Madre Dolorosa en un acto de oración y esperanza, recordando su fortaleza y entrega al pie de la cruz. La procesión estuvo marcada por el silencio reverente, los cantos y las oraciones que elevaron nuestra comunidad en un mismo corazón hacia María.
Este encuentro no solo fortaleció nuestra espiritualidad, sino también los lazos de unidad entre quienes compartimos la fe en la Virgen de los Dolores, patrona del consuelo y la fortaleza en medio de la adversidad.